LA ESTÉTICA MODERNA
LA ESTÉTICA MODERNA
El gran impulso dado al pensamiento estético en el mundo moderno se produjo en Alemania durante el siglo XVIII.
En su Laocoonte o los límites entre
la pintura y la poesía (1766), el crítico Gotthold Ephraim Lessing sostuvo que
el arte está autolimitado y consigue su elevación sólo en el momento en que
estas limitaciones son reconocidas.
El crítico y arqueólogo Johann
Joachim Winckelmann mantuvo que, de conformidad con los antiguos griegos, el
mejor arte es impersonal y expresa la proporción ideal y el equilibrio más que
la individualidad de su autor.
El filósofo Johann Gottlieb Fichte
consideraba la belleza una virtud moral. Al hacer un mundo en el que la
belleza, al igual que la verdad, es un fin, el artista anuncia la absoluta
libertad, que es el propósito de la intención humana.
Para Fichte, el arte es individual o
social, aunque satisface un relevante propósito humano.
El filósofo Immanuel Kant estuvo
interesado en los procesos del gusto estético. En su obra Crítica del proceso
(1790) sugería que los objetos pueden ser juzgados bellos en el momento en que
satisfacen un anhelo desinteresado que no implica intereses o necesidades
personales.
Asimismo, el objeto bello no tiene
propósito específico y los procesos de belleza no son expresiones de las
simples preferencias personales, sino que son universales. A pesar de que uno
no pueda estar seguro de que otros estarán satisfechos por los objetos que
juzga como bellos, puede al menos decir que otros deben estar satisfechos. Los
fundamentos de la respuesta del individuo a la belleza, por lo tanto, se
conservan en la estructura de su pensamiento.
El arte debería dar la misma
satisfacción desinteresada que la belleza natural.
Resulta paradójico que el arte pueda
cumplir un destino que la naturaleza es incapaz de: puede brindar belleza y
fealdad a través de un objeto. Una atractiva pintura de un rostro feo puede
incluso llegar a ser bella.
Según Georg Wilhelm Friedrich Hegel,
el arte, la religión y la filosofía suponen las bases del desarrollo espiritual
más elevado.
Lo bello en la naturaleza es todo lo
que el espíritu humano encuentra grato y conforme al ejercicio de la libertad
espiritual e intelectual.
Ciertas cosas de la naturaleza
pueden ser más amables y placenteras, y estos objetos naturales son
reorganizados por el arte para satisfacer demandas estéticas.
Su obra Estética (1832) fue un punto
de referencia relevante para la estética moderna al adaptar los fundamentos de
su método al análisis de la obra de arte y de la historia.
Por su parte, Arthur Schopenhauer
creía que las formas del Universo, como las formas platónicas eternas, se
conservan más allá de los mundos de la experiencia, y que la satisfacción
estética se consigue contemplándolos por el propio interés que generan, como
medios de prevenir el angustioso mundo de la experiencia cotidiana.
Otorgó una especial relevancia a la
música y analizó, de un modo exclusivo, los rasgos del artista.
Fichte, Kant y Hegel anotaron una
línea directa de evolución. Schopenhauer atacó a Hegel, pero estuvo influido
por el enfoque de Kant de la contemplación desinteresada. Friedrich Nietzsche
aceptó en sus primeras obras la influencia de la visión de Schopenhauer, para
discrepar más tarde de su magisterio.
Nietzsche estaba de conformidad con
que la vida es trágica, sin embargo, esta idea no debería excluir la aceptación
de lo trágico con alegre espíritu, pues su realización plena es el arte. Éste
hace frente a las atrocidades del Universo y los puede modificar, generando
algo bello a partir de cualquier experiencia.
Al hacerlo, transforma las angustias
del mundo de tal modo que pueden ser observadas con placer.
A pesar de que gran parte de la
estética moderna surge, como se ha visto, del pensamiento alemán, éste además recibió
la influencia de otras corrientes. Por ejemplo, las ideas de Lessing,
representante del romanticismo, de los escritos estéticos del británico Edmund
Burke.
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